martes, 18 de noviembre de 2008

ANAPANASATI: MEDITACIÓN EN LA RESPIRA...

ANAPANASATI:
MEDITACIÓN EN LA RESPIRACIÓN

Un comentario de Mahathera Nauyane Ariyadhamma

Traducción por Gloria Ávila

(Este documento no requiere la fuente Times Pali ¿Qué significa?)

Ver también:CD de la meditación Anapanasati guiada

Homenaje al Bendito, al Arahant y al Totalmente Iluminado

Ànàpàna-sati, la meditación en la respiración
(inhalación y exhalación), es el primer tipo de meditación
expuesta por el Buddha en el Mahà
Satipatthàna Sutta
, el Gran Discurso de los Fundamentos de
la Atención. El Buddha puso especial énfasis a esta meditación,
ya que es la puerta de entrada a la iluminación y al Nibbàna;
y porque ha sido adoptada por todos los Buddhas del pasado como la
base principal de su logro de la Buddheidad. Cuando el Bendito se
sentó
al pie del Árbol del Bodhi y resolvió no levantarse de
ahí
hasta que alcanzara la iluminación, tomó el ànàpàna-sati
como su objeto de meditación. Sobre esta base, alcanzó las
cuatro absorciones (jhànas), recordó sus vidas previas,
desentrañó la naturaleza del samsàra, experimentó
los sucesivos conocimientos introspectivos y, en el atardecer, mientras
temblaban los 100,000 universos, alcanzó la sabiduría
ilimitada de un Buddha Totalmente Iluminado.

Ofrezcamos, entonces, nuestra veneración al Bendito, ese alguien
que llegó a ser un Buddha incomparable trascendiendo al mundo a
través de esta meditación ànàpàna-sati.
Comprendamos completamente este tipo de meditación, con sabiduría
tan resplandeciente como el sol y la luna. Y que a través de su
poder logremos la bendita paz del Nibbàna.



EL TEXTO BÁSICO


Examinemos primero el significado del texto expuesto por el Buddha acerca
del ànàpàna-sati. El texto comienza:



"Aquí, monjes, un monje que se ha ido al bosque, o
al pie de un árbol, o a un lugar vacío, se sienta con
las piernas cruzadas, sosteniendo erecta su espalda, haciendo emerger
la atención plena frente a él."



Esto significa que cualquier persona que pertenezca a uno de los cuatro
tipos de individuos mencionados en esta enseñanza - es decir, bhikkhu
(monje), bhikkhùni (monja), upàsaka (laico), o upàsikà
(laica) - deseoso de practicar esta meditación, debe ir ya sea
a un bosque, al pie de un árbol apartado, o a una morada solitaria.
Ahí deberá sentarse con las piernas cruzadas, manteniendo
su cuerpo en posición erecta, fija su atención plena en
la punta de su nariz, el lugar de su objeto de meditación.


Si hace una inhalación prolongada, deberá comprender tal
acto con plena atención. Si hace una exhalación prolongada,
deberá comprender tal acto con plena atención. Si toma una
inhalación corta, deberá comprenderlo con plena atención,
si hace una exhalación corta, deberá comprenderlo con plena
atención.



"Inhala experimentando el cuerpo en su totalidad, exhala experimentando
el cuerpo en su totalidad"



Esto es, con atención bien situada, ve el principio, el medio
y el final de las dos fases, la inhalación y la exhalación.
Conforme practica la observación de la inhalación y exhalación
con atención, se calmarán y tranquilizarán las dos
funciones de inhalación y exhalación.


El Buddha ilustra esto con un símil. Cuando un hábil tornero
o su aprendiz trabajan un objeto en su taller, atienden a su labor con
atención fija: al hacer un giro largo o uno corto, saben que están
haciendo un giro largo o uno corto. De la misma manera, si el practicante
de meditación inhala largamente lo comprende como tal; y si exhala
largamente, lo comprende como tal; si hace una inhalación corta,
lo comprende como tal y si su exhalación es corta, lo comprende
como tal. Ejercita su atención de tal forma que ve el principio,
el medio y el final de estas dos funciones de inhalación y exhalación.
Comprende con sabiduría la tranquilización de estos dos
aspectos, de la inhalación y la exhalación.


De esta forma, él comprende las dos funciones de la inhalación
y la exhalación en él mismo, y las dos funciones de la inhalación
y exhalación en otras personas. También comprende las dos
funciones de la inhalación y exhalación en él mismo
y en los otros en rápida alternación. Comprende también
la causa del surgimiento de la inhalación y la exhalación
y la causa de la cesación de la inhalación y la exhalación,
y el momento a momento del surgimiento y la cesación de la inhalación
y la exhalación.


Se da cuenta entonces de que su cuerpo, el cual ejercita las dos funciones
de inhalación y exhalación, es únicamente un cuerpo,
no un ego o "Yo". Esta atención plena y sabiduría
son útiles para desarrollar una mejor y más profunda atención
y sabiduría, capacitándolo para descartar las concepciones
erróneas de las cosas en términos de "Yo" y "mío".
Entonces, llega a estar capacitado para la vida con sabiduría respecto
a este cuerpo y no se aferra a nada en el mundo con avidez, engreimiento
o visión errónea. Viviendo sin apego, el meditador recorre
el camino hacia Nibbàna a través de la contemplación
de la naturaleza del cuerpo.


Esta es una paráfrasis amplificada del pasaje del Mahà
Satipatthàna Sutta sobre el ànàpàna-sati.
Esta meditación ha sido explicada en dieciséis formas distintas
en varios suttas. De estas dieciséis, el primer grupo de cuatro
ha sido explicado aquí. Pero estas cuatro son los fundamentos de
las dieciséis formas en las que puede practicarse el ànàpàna-sati.



LOS PRELIMINARES DE LA PRÁCTICA


Ahora debemos investigar las etapas preliminares de la práctica
de esta meditación. En primer lugar, el Buddha indicó una
morada apartada para practicar el ànàpàna-sati. En
el sutta ha mencionado tres lugares; el bosque, el pie de un árbol,
o un lugar vacío. Este puede ser una tranquila cabaña, o
un lugar de habitación libre de la presencia de otras personas.
Hasta podemos considerar a una sala de meditación como un lugar
vacío. Aunque puede haber una gran cantidad de personas en dicho
lugar, si cada uno permanece quieto y callado puede considerársele
un lugar vacío.


El Buddha recomendó un lugar así por la razón de
que, para practicar el ànàpàna-sati, el silencio
es un factor esencial. Un meditador principiante encontrará más
fácil desarrollar su concentración mental en la respiración
sólo si hay silencio. Aún si uno no pudiera encontrar el
silencio completo, se debería elegir un lugar tranquilo en donde
se pueda disfrutar de privacidad.


Luego, el Buddha explicó la posición de sentado. Hay cuatro
posturas que pueden adoptarse para la meditación: de pie, sentado,
acostado y caminando. De estas la postura más adecuada para la
práctica del ànàpàna-sati al principio, es
la postura sentada.


La persona que desee practicar el ànàpàna-sati debe
sentarse con las piernas cruzadas. Para los bhikkhus y hombres laicos,
el Buddha ha recomendado la posición de piernas cruzadas. Ésta
no es una postura fácil para todos, pero puede dominarse gradualmente.
La posición media de piernas cruzadas se ha recomendado para bhikkhùnis
y mujeres laicas. Esta es la postura de sentado con una pierna doblada.
Será muy benéfica si la postura de piernas cruzadas recomendada
para bhikkhus y hombres laicos pudiera adoptarse en la posición
de "loto" con los pies volteados hacia arriba y descansándolos
en los muslos opuestos. Si esto es inconveniente, uno puede sentarse con
ambos pies recogidos debajo del cuerpo.


En la práctica del ànàpàna-sati, es imperativo
sostener el cuerpo derecho. El torso debe mantenerse erecto, pero no tirante
ni rígido. Uno puede cultivar esta meditación adecuadamente
sólo si todos los huesos de la espina están alineados en
una posición erecta. Por lo tanto, este consejo del Buddha de mantener
erecta la parte superior del cuerpo debe ser comprendida y seguida claramente.


Las manos deben colocarse suavemente en el regazo, el dorso de la mano
derecha sobre la palma de la mano izquierda. Los ojos pueden estar cerrados
suavemente o semi-cerrados, lo que resulte más cómodo. La
cabeza debe sostenerse derecha, inclinada ligeramente en ángulo
hacia abajo, la nariz perpendicular al ombligo.


El siguiente factor es el lugar para fijar la atención. Para cultivar
el ànàpàna-sati uno debe estar claramente atento
al lugar en el que el aire entra y sale tocando las fosas nasales. Esto
se sentirá como un punto debajo de las fosas nasales o sobre el
labio superior, en donde se presente el contacto del aire al entrar y
salir de las fosas nasales, en el que pueda sentirse con mayor precisión.
En ese punto, deberá fijarse la atención, como un centinela
que observa una puerta.


Luego, el Buddha explica la manera en la que deberá cultivarse
el ànàpàna-sati. Uno inhala atentamente, exhala atentamente.
Desde el nacimiento hasta la muerte, esta función de inhalación
y exhalación continúa sin detenerse, sin una pausa, pero
porque no reflexionamos conscientemente en ello, ni siquiera nos damos
cuenta de la presencia de esta respiración. Si lo hacemos, podemos
obtener mucho beneficio por medio de la calma y la introspección.
Por lo tanto, el Buddha nos ha aconsejado que estemos atentos a la función
de la respiración.



El practicante de meditación que observa conscientemente la respiración
de esta manera, no debe tratar nunca de controlar su respiración
o retener su respiración con esfuerzo. Ya que si controla o retiene
su respiración con esfuerzo consciente, se fatigará y su
concentración mental se verá afectada e interrumpida. La
clave de la práctica es fijar la atención de forma natural
en el punto en donde se siente que entran y salen las inhalaciones y exhalaciones.
Entonces, el meditador tiene que mantener su atención en la sensación
de contacto del aire en las fosas nasales, manteniendo la atención
tan continua y consistente como sea posible.



LOS OCHO PASOS


Para ayudar a que los practicantes desarrollen esta meditación,
los comentadores y maestros de meditación han indicado ocho pasos
progresivos en la práctica. Estos ocho pasos serán enumerados
primero, y luego, explicados en relación con el proceso meditativo
real.


Los nombres de los ocho pasos son: conteo (gananà); seguimiento
(anubandhana); contacto (phusana); fijación (thapana); observación
(sallakkhana); alejamiento (vivattana), purificación (parisuddhi);
y retrospección (patipassanà). Los ocho cubren el curso
completo del desarrollo meditativo hasta alcanzar el estado de Arahat.


(i) Conteo (gananà)


El conteo se indica para aquellas personas que nunca antes han practicado
ànàpàna-sati. No es necesario para quienes han practicado
meditación durante un período considerable de tiempo. Sin
embargo, como es necesario tener un conocimiento de esto, el conteo debe
entenderse de la siguiente manera.


Cuando un meditador se sienta a meditar, fija su atención en la
punta de su nariz y atiende conscientemente a la secuencia de inhalación
y exhalación. Nota mientras el aire entra, y nota cuando sale,
tocando nuevamente la punta de su nariz o el labio superior. En este momento
empieza a contar estos movimientos.


Hay cuatro métodos de conteo. El más fácil se explica
así: La primera inhalación-exhalación que se siente
se cuenta "uno, uno"; la segunda "dos, dos"; la tercera
"tres, tres"; la cuarta "cuatro, cuatro", la quinta
"cinco, cinco", y así hasta la décima inhalación
que se cuenta "diez, diez". Luego vuelve a "uno, uno"
y continúa hasta "diez, diez". Esto se repite una y otra
vez del uno al diez.


En si, el sólo hecho de contar no es la meditación, pero
el conteo ha llegado a ser un auxiliar esencial para la meditación.
Una persona que no ha practicado meditación antes, al encontrar
difícil de entender la naturaleza de su mente, podría pensar
que está meditando mientras que su mente corre a troche y moche.
El conteo es un método fácil para controlar la mente errante.


Si una persona fija bien su atención en su meditación,
puede mantener correctamente el conteo. Si su mente vuela en todas direcciones,
y pierde el conteo, esa persona se confunde y así puede darse cuenta
de que su mente ha divagado. Si la mente pierde contacto con el conteo,
el meditador debe comenzar nuevamente a contar. De esta manera deberá
iniciar nuevamente el conteo desde el principio, aun si se equivoca mil
veces.


Conforme se desarrolla la práctica, puede haber un tiempo en el
que la inhalación y la exhalación son más frecuentes
y no es posible repetir el mismo número muchas veces. Entonces,
el meditador tiene que contar rápidamente "uno", "dos",
"tres", etc. Cuando cuenta de esta manera puede comprender la
diferencia entre la inhalación y exhalación prolongada y
la inhalación y exhalación breves.


(ii) Seguimiento (anubandhana)


"Seguimiento" significa seguir la respiración con la
mente. Cuando la mente ha sido sometida por el conteo y está fija
en la inhalación y exhalación, el conteo se detiene y se
reemplaza por el seguimiento mental del curso de la respiración.
Esto está explicado por el Buddha de la siguiente forma:



"Cuando el meditador inhala prolongadamente comprende que
está inhalando prolongadamente; y cuando está exhalando
prolongadamente, comprende que está exhalando prolongadamente."



Aquí, uno no toma deliberadamente una inhalación prolongada
o una exhalación prolongada. Uno simplemente comprende lo que está
ocurriendo en realidad.


En el siguiente pasaje, el Buddha ha declarado que un meditador se entrena
a sí mismo pensando:



"Inhalaré experimentando la totalidad del cuerpo, y
exhalaré experimentando la totalidad del cuerpo."



Aquí, "la totalidad del cuerpo" significa el ciclo completo
de inhalación y exhalación. El meditador debe fijar su atención
de tal forma que pueda ver el principio, el medio y el final de cada ciclo
de inhalación y exhalación. Es esta la práctica llamada
"experimentando la totalidad del cuerpo."


El principio, el medio y el final de la respiración deben entenderse
correctamente. Es incorrecto considerar la punta de la nariz como el principio
de la respiración, el pecho como el centro, y el obligo como el
final. Si uno intenta rastrear la respiración desde la nariz a
través del pecho hasta el vientre, o seguirla en su salida desde
el vientre a través del pecho hasta la nariz, la concentración
de uno será interrumpida y la mente se volverá agitada.
El principio de la inhalación, entendida adecuadamente, es el inicio
de la inhalación, el medio es la continuación de la inhalación
y el fin es cuando se ha completado la inhalación. De igual forma,
respecto a la exhalación, el inicio es el principio de la exhalación
el medio es la continuación de la exhalación y el fin es
cuando se ha completado la exhalación. "Experimentar la totalidad
del cuerpo" significa estar alerta al ciclo completo de cada inhalación
y exhalación, manteniendo la mente fija en el punto alrededor de
las fosas nasales o en el labio superior, en donde se siente la entrada
y la salida del aire.


Este trabajo de contemplación de la respiración en el área
que circunda las fosas nasales, sin seguir su entrada y salida del cuerpo,
se ilustra en los comentarios con los ejemplos del portero y la sierra.


Así como el portero examina a cada persona que entra y sale de
la ciudad sólo mientras pasa a través de la puerta, sin
seguirlo hacia adentro o hacia afuera de la ciudad, así el meditador
debe estar atento a cada respiración sólo mientras pasa
a través de las fosas nasales, sin seguirlo al interior o al exterior
del cuerpo.


Así como un hombre aserrando un tronco mantendrá su atención
fija en el punto en donde los dientes de la sierra cortan a través
de la madera, sin seguir el movimiento de los dientes hacia adelante y
atrás, así el meditador debe contemplar la respiración
como va y viene alrededor de las fosas nasales, sin dejar que su atención
se distraiga por el paso interior y exterior de la respiración
a través del cuerpo.


Cuando una persona medita seriamente de esta forma, viendo el proceso
entero, un gozoso estremecimiento penetra su mente. Y ya que la mente
no vaga, todo el cuerpo se calma, sintiéndose fresco y confortable.


(iii) Contacto (phusana) y (iv) Fijación (thapana)


Estos dos aspectos de la práctica indican el desarrollo de una
concentración más fuerte. Cuando se mantiene la atención
plena en la respiración, la respiración en sí llega
a ser más y más sutil y tranquila. Como resultado, el cuerpo
se calma y cesa la sensación de fatiga. El dolor corporal y el
adormecimiento desaparecen, y el cuerpo comienza a sentir un confort estimulante,
como su hubiera sido rociado con una brisa fresca y suave.


En ese momento, debido a la tranquilidad de la mente, la respiración
se vuelve cada vez más fina hasta que parece que ha cesado. A veces
esta condición se prolonga durante muchos minutos. Esto es cuando
la respiración deja de ser "sentida". En este momento
es cuando algunas personas se sienten alarmadas pensando que su respiración
ha cesado, pero no es así. La respiración existe, pero en
una forma muy delicada y sutil. No importa cuán sutil llegue a
ser la respiración, uno debe mantenerse atento todavía al
contacto (phusana) del aire en el área de las fosas nasales sin
perder noción de ello. La mente se libera entonces de los cinco
obstáculos -deseo sensual, enojo, somnolencia, agitación
y duda. Como resultado uno se siente calmado y gozoso.


Ésta es la etapa en que los "signos" o imágenes
mentales aparecen anunciando el triunfo de la concentración. Primero
viene el signo del aprendizaje (uggaha-nimitta), luego el signo de la
contraparte (patibhàga-nimitta). Para algunos, el signo aparece
como una mota de algodón, como una luz eléctrica, una cadena
de plata, como neblina o como una rueda. Al Buddha se le apareció
como la clara y brillante luz del sol de medio día.


El signo del aprendizaje es inestable, se mueve aquí y allá,
arriba y abajo. Pero el signo de la contraparte que aparece en el punto
donde terminan las fosas nasales es fijo, quieto, sin movimiento . En
este momento no hay obstáculos, la mente es de lo más activa
y extremadamente tranquila. Esta etapa es explicada por el Buddha cuando
manifiesta que uno inhala tranquilizando la actividad del cuerpo, uno
exhala tranquilizando la actividad del cuerpo.


El surgimiento del signo de la contraparte y la supresión de los
cinco obstáculos marca el logro del acceso a la concentración
(upacàra-samàdhi). Posteriormente, conforme se desarrolla
la concentración, el meditador logra la completa absorción
(appanà-samàdhi), comenzando con la primera jhàna.
Con la práctica del ànàpàna-sati pueden lograrse
cuatro etapas de absorción es decir, la primera, segunda, tercera
y cuarta jhànas. A estas etapas de concentración profunda
se les llama "fijación" (thapana).


(v) Observación (sallakkhana)-(viii) Recapitulación (patipassanà)


Una persona que ha alcanzado una jhàna no deberá detenerse
ahí, sino continuar hasta desarrollar la meditación de introspección
(vipassanà). A las etapas de introspección se les llama
"observación" (sallakhana). Cuando la introspección
logra su clímax, el meditador alcanza los senderos supramundanos,
comenzando con la etapa de la entrada en la corriente. Debido a que estos
senderos alejan los grilletes que lo unen a uno al ciclo de nacimiento
y muerte, se les llama "alejamiento" (vivattana).


Los senderos son seguidos por su respectivo estado de fruición;
esta etapa es llamada de la "purificación" (parisuddhi)
ya que uno ha sido limpiado de sus impurezas. De ahí en adelante
uno logra la etapa final, el conocimiento de recapitulación, llamado
retrospección (patipassanà) ya que uno ve hacia atrás
el propio camino de progresos y logros, en su totalidad. Ésta es
una revisión breve de las etapas principales a lo largo del camino
al Nibbàna, basado en la meditación de ànàpàna-sati.
Ahora examinemos el curso de la práctica en términos de
las siete etapas de purificación.



LAS SIETE ETAPAS DE PURIFICACIÓN


La persona que ha asumido la práctica comienza estableciéndose
a sí misma en un código moral adecuado. Si es un laico,
primero establece los cinco preceptos o los diez preceptos. Si es un bhikkhu,
comienza su meditación mientras mantiene escrupulosamente el código
moral prescrito para él. La observancia ininterrumpida de su código
moral respectivo constituye la purificación de la moralidad (sìla-visuddhi).


Después, él se aplica a su tópico de meditación,
y como resultado, los obstáculos llegan a ser subyugados y la mente
se fija en la concentración. Esta es la purificación de
la mente (citta-visuddhi) - la mente en la que los obstáculos ya
han sido superados completamente - e incluye tanto el acceso a la concentración
como las cuatro jhànas.


Cuando el meditador está bien establecido en la concentración,
el siguiente paso es volver su atención a la meditación
de introspección. Para desarrollar la introspección en base
del ànàpàna-sati, el meditador considerará
primero que este proceso de inhalar y exhalar es únicamente forma,
una serie de eventos corporales -no un "yo" o ego. Los factores
mentales que contemplan la respiración son, en cambio, sólo
mente, una serie de eventos mentales -no un "yo" o ego. Esta
discriminación de mente y materia (nàma-rùpa) es
llamada la purificación de la visión (ditthi-visuddhi).


Aquel que ha llegado a esta etapa comprende el proceso de inhalación
y exhalación por medio de las condiciones de surgimiento y cesación
de los fenómenos corporales y mentales involucrados en el proceso
de la respiración. Este conocimiento, que llega a extenderse a
todos los fenómenos corporales y mentales en términos de
su surgimiento dependiente, se llama la comprensión de las condiciones.
Conforme madura el entendimiento, se desvanecen todas las dudas concebidas
por él, en relación al pasado, futuro y presente. Por lo
tanto, esta etapa es llamada "purificación mediante la trascendencia
de las dudas."


Después de haber entendido las relaciones causales de mente y
materia, el meditador procede a la meditación de introspección,
y en su momento surge la sabiduría "viendo el surgir y cesar
de las cosas". Cuando el meditador inhala y exhala, ve los estados
corporales y mentales surgiendo y cesando de existir momento a momento.
Conforme se vuelve más clara esta sabiduría, la mente se
ilumina y surgen la felicidad y la tranquilidad, junto con la fe, el esfuerzo,
la atención plena, la sabiduría y la ecuanimidad.


Cuando aparecen estos factores, él reflexiona en ellos, observando
sus tres características de impermanencia, sufrimiento y ausencia
de ego. A la sabiduría que distingue entre los resultados regocijantes
de la práctica y la tarea de la contemplación sin apego,
se le llama "purificación por el conocimiento y la visión
del verdadero sendero y del falso sendero" Su mente, purificada así,
ve muy claramente el surgimiento y cesación de la mente y la materia.


Luego ve, con cada inhalación y exhalación, el rompimiento
de los fenómenos concomitantes mentales y corporales, los cuales
aparecen exactamente como la explosión de las burbujas en una olla
con arroz hirviente, o como el rompimiento de las burbujas cuando llueve
en un charco de agua, o como el crujir de las semillas de mostaza o ajonjolí
cuando se las pone en una sartén al rojo vivo. Esta sabiduría
que ve el rompimiento constante e instantáneo de los fenómenos
mentales y corporales es llamada "el conocimiento de disolución".
A través de esta sabiduría se adquiere la habilidad de ver
cómo todos los factores de la mente y el cuerpo en todas partes
del mundo surgen y desaparecen.


Luego surge en él la sabiduría que ve todos estos fenómenos
como un espectáculo temible. Ve que en ninguna de las esferas de
existencia, ni siquiera en los planos celestiales, hay un placer o felicidad
genuinos, y comprende el infortunio y el peligro.


Entonces concibe una repugnancia hacia toda la existencia condicionada.


Emerge en él un urgente deseo de liberarse del mundo y un intenso
deseo de liberación. Luego, al considerar los medios para liberarse
a sí mismo, surge ahí en él un estado de sabiduría
que inmediatamente capta la impermanencia, el sufrimiento y la ausencia
de ego, y conduce a niveles sutiles y profundos de introspección.


Ahora aparece en él la compresión de que los agregados
de la mente y el cuerpo que aparecen en todos los sistemas del mundo están
afligidos por el sufrimiento, y se da cuenta de que el estado de Nibbàna,
que trasciende el mundo, es enormemente pacífico y confortante.
Cuando comprende esta situación, su mente alcanza el conocimiento
de la ecuanimidad acerca de las formaciones. Éste es el clímax
de la meditación de introspección, llamada "purificación
por el conocimiento y visión de progreso."


Conforme se vuelve inmutable, aumenta su destreza en la meditación,
y cuando sus facultades están totalmente maduras entra al proceso
cognitivo del sendero de la entrada en la corriente (sotàpatti).
Con el sendero de la entrada en la corriente, él realiza Nibbàna
y comprende directamente las Cuatro Nobles Verdades. El sendero es seguido
por dos o tres momentos del fruto de la entrada en la corriente, por los
cuales él disfruta de los frutos de su logro. De ahí en
adelante surge ahí el conocimiento de recapitulación, por
medio del cual él reflexiona en su progreso y su logro.


Si uno continúa la meditación con aspiración seria,
desarrollará de un modo nuevo las etapas del conocimiento de introspección
y realiza los tres más elevados senderos y sus frutos: del que
retorna una vez más, del que no retorna y del Arahat. Estos logros,
junto con la entrada en la corriente, forman la séptima etapa de
purificación, purificación por el conocimiento y visión.
Con cada uno de estos logros se da cuenta plenamente del significado de
las Cuatro Nobles Verdades, que hasta entonces había sido inalcanzado
a lo largo de la propia permanencia prolongada en el ciclo de renacimientos.
Como resultado, todos las impurezas contenidas en la mente son arrancadas
y destruidas, y la mente de uno se vuelve completamente pura y limpia.
Entonces, uno realiza el estado de Nibbàna, en el que uno es liberado
de todo el sufrimiento de nacer, envejecer y morir, del pesar, de la lamentación,
del dolor, de la aflicción y desesperación.



CONCLUSIÓN


Nacimientos como los nuestros son raros en el samsàra.
Hemos sido afortunados de encontrar el mensaje del Buddha, de disfrutar
la asociación con buenos amigos, de tener la oportunidad de escuchar
el Dhamma. Como hemos estado dotados con todos estas bendiciones, si nuestras
aspiraciones maduran, podemos alcanzar, en esta vida, el objetivo final
del Nibbàna a través de sus etapas graduales de la entrada
en la corriente, del que retorna una vez, del que no retorna y del estado
de Arahat. Por lo tanto, hagamos que nuestra vida fructifique desarrollando
regularmente la meditación del ànàpàna-sati.
Habiendo recibido las instrucciones adecuadas de cómo practicar
este método de meditación, uno deberá purificar la
propia virtud moral, observando los preceptos y ofreciendo la propia vida
a la Triple Joya.


Uno deberá elegir un tiempo conveniente para la meditación
y practicar con la mayor regularidad, reservando el mismo período
de tiempo cada día para la propia práctica. Uno podría
comenzar reflexionando brevemente sobre las abundantes virtudes del Buddha,
extendiendo la benevolencia hacia todos lo seres, reflexionando en el
aspecto repulsivo del cuerpo y considerando la inevitabilidad de la muerte.
Luego, haciendo emerger la confianza de que uno está caminando
por el sendero hacia el Nibbàna, transitado por todos los iluminados
del pasado, deberá progresar en el camino de la meditación
y esforzarse con diligente empeño.


Ver también:CD
de la meditación Anapanasati guiada



* * * * *

No hay comentarios: